Trabajar en Rikers Island: “me aseguro de que todos los reclusos estén vivos y en buen estado”

El Señor A está de acuedo con la propuesta de cerrar Rikers Island de manera permanente. "Rikers Island Jail" by Tim Rodenberg is licensed under CC BY 2.0.

El historial del complejo penitenciario Rikers Island habla por sí solo: corrupción administrativa, sobrepoblación, negligencias, repetidas denuncias sobre condiciones inhumanas y violentas que ponen en peligro tanto a los reclusos como a los oficiales penitenciarios y mucho más.

A principios de febrero, un recluso de 65 años murió mientras lo atendían en el comando norte de enfermería, siendo el primer preso en morir bajo custodia del recinto penal este año. Desde el 2021, treinta y seis personas han muerto en las instalaciones, incluyendo un récord de 19 el año pasado.

​​Y a finales de marzo, un informe ayudó a absorber a un oficial penitenciario que casi pierde su trabajo por supuestamente no responder lo suficientemente rápido como para intervenir en un asalto casi mortal entre reclusos en Rikers Island.

El Señor A, a quien protegemos por temas de salud, es un oficial de correccional con 12 años de experiencia en el complejo carcelario de Rikers Island, que sigue siendo objeto de controversias y críticas debido a las malas condiciones de sus infraestructuras, los altos índice de violencia y el maltrato a los reclusos.

De ascendencia latina y europea, el oficial decidió dedicarse a la custodia de detenidos por influencia de su padre y de un amigo, quien se retiró con tan solo 40 años de edad del Departamento de Policía de Nueva York.

Al momento de aquellas conversaciones, el Señor A terminaba la escuela secundaria. En 2008, optó por una carrera universitaria en justicia criminal en John Jay College of Criminal Justice, donde concluyó sus estudios en el año 2011. Después de considerar los beneficios de trabajar como policía, decidió unirse al sistema de justicia penal en el año 2012.

Durante más de una década de trabajo en Rikers Island, ha sido testigo de muchos cambios en el recinto penitenciario que retiene a una mayoría de reclusos negros y latinos. En este diálogo, el Señor A nos habló sobre su experiencia en el trabajo correccional y su parecer sobre el posible cierre permanente del recinto.

Photo of a correction officer showing his badge; face not shown to protect identity.
El Señor A ha trabajado en el sistema de justicia penal desde el año 2012. Fotografía concedida por el Señor A el 4 de mayo de 2023.

¿Cómo es un día de trabajo de un oficial de correccional en Rikers Island? 

De lunes a viernes, conduzco sobre el puente de Rikers Island y estaciono en la isla Rikers. Espero por el autobús para llegar a la división Comando de Enfermería Norte donde se encuentran los reclusos que poseen enfermedades mentales o alguna discapacidad. Una vez que llego, me registran en la entrada de las instalaciones. Luego, me dirijo al vestuario donde me pongo mi uniforme de oficial y me presento para la toma de lista. Aquí es donde nos asignan nuestras tareas del día. Si no tienes una tarea específica asignada, significa que serás enviado a cualquier parte al azar.

Cuando llego a mi tarea, me aseguro de que todos los reclusos estén vivos y en buen estado antes de asumir mi posición. Realizo recuentos periódicos a lo largo del día y me aseguro de que todo esté en orden. En esencia, soy un asistente para todo lo que los reclusos necesitan, como acceso a la biblioteca de leyes, ropa, comida, tienda, medicamentos y visitas al médico.

¿Cuál es el desafío más grande de un oficial de correccional en Rikers Island? 

El trabajo de un oficial de corrección es variado y hasta puede ser impredecible. En cualquier momento puedo ser llamado para mediar en una discusión entre reclusos, realizar una búsqueda en una celda o incluso intervenir en una pelea. También soy responsable de supervisar el comportamiento de los reclusos, asegurándome de que cumplan con las normas y no pongan en peligro a otros reclusos o al personal de la prisión. Los reclusos son difíciles de manejar y algunas pandillas, como Los Trinitarios, tienen el control dentro de la prisión. La situación dentro de la cárcel es incontrolable.

En tu tiempo trabajando en esta prisión, ¿has tenido alguna experiencia difícil con algún recluso? 

[Señor A suspira.] Sí, varias. No solamente yo; también otros oficiales. La más reciente fue en febrero del 2021 cuando fui violentamente atacado por un recluso,  quien tiene problemas mentales y estaba caminando por el patio. Empezó a actuar de manera violenta, atacando a otros reclusos. Un colega, que también estaba vigilando el patio, trató de agarrarlo de los brazos, pero el recluso fue más fuerte y empujó al oficial cortándole la cara con una arma blanca. En ese momento, trato de sostener los brazos del recluso, pero me empuja a mí también. Estaba muy descontrolado.

No sentí dolor en el momento, pero me fracturé el hombro izquierdo y ya he tenido tres cirugías desde aquel entonces. He dejado de trabajar en noviembre del 2021 por mi condición física. Los médicos me han dicho que si me vuelvo a fracturar o dislocar el hombro, tendrán que reemplazar mi brazo.

¿Qué piensas sobre la propuesta de cerrar Rikers Island de manera permanente? 

En mi opinión, el cierre permanente de Rikers Island es una medida necesaria y justa. Durante años, ha sido bien sabido que las pandillas de reclusos tienen un control significativo en la prisión, lo que ha resultado en una cultura de violencia y abuso que ha afectado tanto a los reclusos como al personal penitenciario. Además, la administración de la prisión ha sido criticada por su falta de transparencia, mala gestión y corrupción.

También es importante tener en cuenta la falta de apoyo para la salud mental de los reclusos en Rikers Island. Muchos de ellos sufren de problemas de salud mental, y la falta de atención médica adecuada solo agrava sus condiciones y aumenta su sufrimiento.

El cierre permanente de Rikers Island ofrece una oportunidad para implementar cambios significativos en el sistema penitenciario, incluida la mejora de la atención médica y la atención de salud mental para los reclusos, así como la reevaluación de cómo se aborda el control de pandillas y la seguridad en las cárceles. Es un paso importante hacia una justicia penal más justa y humana.