Por las noches, la intersección de la calle Starr con la avenida Wyckoff se torna un microcosmo del vecindario, donde el entretenimiento y desarrollo comercial alborota la tranquilidad de los residentes.
La vida nocturna en Bushwick ha cambiado la dinámica del vecindario, en especial para quienes confluyen en la intersección de la avenida Wyckoff y la calle Starr.
Cualquiera que pasee por una de sus cuatro esquinas se topa con gente que entra y sale de la estación Jefferson del tren L –tanto los que vienen de Manhattan como de Canarsie. Prima un olor a marihuana y cerveza. Al observar a las 10:30 de la noche un jueves: una mujer salió de un bar y no podía caminar a solas. Una empleada, que recogía los vasos, solo la miraba. Su amiga pidió un Uber y se fueron, ya que la mujer no podía levantar su cabeza ni podía hablar.
Tanto negociantes como residentes sienten preocupación por las condiciones en que evoluciona el vecindario chic de Brooklyn. Calabrije’s Margaritas & Tacos es un bar y restaurante en la 234 de la calle Starr. Miguel Rojas, el dueño, dijo que la razón por la que cierra su establecimiento a las 12 de la media noche es para cuidar a la comunidad.
“Después de las 12 de la mañana, la gente ya no está sobria. Como negociante, tal vez uno no le interesa cómo la gente se ponga, si sale arrastrándose. A nosotros sí nos preocupa,” dijo Rojas.
En su negocio, Rojas dijo que procura evitar la venta de alcohol a clientes que estén tomados, por seguridad de sus empleados y de los demás clientes. Sin embargo, Rojas agregó, quienes deseen seguir tomando tienen otros bares en la cuadra que venden alcohol, aunque ya están ebrios. Esas otras clubs se han conocido como los establecimientos que “siempre están abiertos.”
El exceso del consumo de alcohol en los bares no es el único factor que altera la calidad de vida en este vecindario. La bulla, el vandalismo y las altas rentas también afectan a negociantes y residentes de Bushwick por igual.
Según el registro de llamadas al 311, entre el 13 y 18 de mayo de este año hubo un total de 19 llamadas de quejas por ruido en la intersección de la avenida Wyckoff y la calle Starr, y sus áreas alrededor. Otras quejas incluyen reportes por exceso de basura y por la presencia de insectos y ratas –a sabiendas que las pestes de animales es un problema que tienen todos los residentes de la ciudad de Nueva York.
Una de las quejas por ruido fue reportada el domingo, 14 de mayo, a las 11:29 p.m. contra un establecimiento comercial localizado en la esquina suroeste de la intersección. Sin embargo, según la página de reportes al 311, la queja fue resuelta cuando personal del Departamento de Policía respondió al llamado y “determinaron que acción policial no fue necesaria”.
También los dueños de negocios tenían quejas también. Otro problema que Rojas mencionó es que todos los días necesitaba pintar y borrar graffitis de su negocio. Han hablado con la policía pero según ellos, no han visto resultados. “Estamos cansados. Todos los días estamos comprando sprays”.
Madeline Stedman, quien reside en la calle Jefferson, dijo en inglés que ha sido casi imposible mantener una renta en el vecindario los últimos seis años. “Estoy tratando de moverme a Ridgewood o Glendale porque sería menos la renta.”
Stedman, quien también tiene una tienda de ropa única y antigua llamada Finn Vintage en Bushwick, explicó que pagar las dos rentas en el área le resulta excesivo, especialmente por la intranquilidad que produce la bulla del vecindario. Aunque es el área menos bulliciosa donde ha podido vivir, la residente y emprendedora local dijo que los fines de semana son muy ruidosos en Bushwick.
“Antes yo vivía arriba de una shop de patinaje y era muy ruidoso. Yo vivía arriba de tres bodegas y los tres tocaban música.” Stedman reflexionó. “Donde quiera en Bushwick va a ser ruidoso, a veces. Yo siento que esto es parte de vivir en Nueva York.”
Y la gente sigue trasladándose al barrio por su popular vida nocturna, razón por la que muchos negocios quieren nacer en Bushwick.
Melissa Carrera-Solano, líder del comité de desarrollo económico, permisos y licencias de la Junta Comunitaria 4, habló sobre una nuevo club que va abrir en la 262 de la calle Starr llamado Xanadú. Antes era una factoría, pero ahora quieren convertirlo en un pista de patinaje, donde están solicitando una “Full Liquor License”.
El dueño del nuevo emprendimiento, Mr. Varun, tiene otro club al cruzar la calle llamado Turk’s Inn. Según Varun, el comercio de patinaje contará con acuerdos especiales con Uber y organizaciones sin fines de lucro para prevenir el tráfico y cuidar de personas ebrias. También planean insonorizar el negocio para evitar generar más ruido.
“Hemos recibido preocupaciones de residentes que viven en el área. Pero, también hemos recibido apoyo,” dijo Carrera-Solano en inglés en la junta del Community Board de abril de 2023.
Xanadú tendrá capacidad para 1,000 personas. Las horas de cierre variarán de 2 a 4 de la madrugada. Y planean incluir programas de patinaje para niños durante el día en su oferta.
Los miembros del Community Board 4 vacilaron ante este plan, al considerar el tipo de negocio entre los ya existentes en el área y cuán difícil se tornaría mantener la paz entre los residentes y los dueños de negocios.
La asambleísta Maritza Davila habló en inglés ante la junta comunitaria sobre los negocios en el área, incluyendo el caso de Xanadú. Explicó que era responsabilidad de los dueños cuidar a la gente que está patinando y también bebiendo alcohol. “Es muy confuso. Yo tenía la impresión que iba a ser más una pista que un club, pero la aplicación de Liquor dice otra cosa,” dijo Davila.
La asambleísta resaltó que clubes en la zona como Moonrise ya alteraban el bienestar de los residentes y negociantes del vecindario por igual. “Yo vivo cerca al área y veo todo. Solo puedo decir que deben llamar al 311 para reportar cualquier queja que tengan,”
Sin embargo, Miguel Rojas de Calabrije’s dijo entender la estrategia de negocios como Xanadú: “eso no es para familias. Eso es para hipsters,” Rojas consideró que el dueño del proyecto de patinaje estaba firmando la aplicación de la licencia de licores a su conveniencia antes de abrir el establecimiento, puesto que es un tanto difícil de conseguir su aprobación.
“Si no te firma la Community Board, no te lo dan,” dijo Rojas al recordar las vicisitudes que pasó para convencer a la junta comunitaria, ya que no veían razones para otorgar licencia a otro bar y taco restaurante en la comunidad.
“Nos cuestionaron mucho, que traíamos al área de bueno porque ya había mucha comida mexicana en el área. Tuvimos que convencerlos en base de que traemos arte, traemos mucho.”
Al final del día, Rojas dijo que todo depende de la gente que disfruta en el área y de los dueños de los negocios para garantizar una mejor convivencia y bienestar en la comunidad, puesto que considera que de ambas partes se presentan irresponsabilidades.
“Aquí le faltan mucho respeto al área y los vecinos. Hay muchas cosas que no deben de hacerse, que ellos hacen. Aunque pongan 100 policías aquí, si ellos no saben respetar, no lo van a hacer.”
Series: Nuestras Noticias